Miradas opuestas de Los Únicos

“Los Únicos” es la nueva ficción de Pol-ka, que va de lunes a jueves a las 21.45 por El Doce.



ideas nuevas
Juliana Rodríguez Hacía falta reírse un poco en la TV argentina, relajar, cortar con tanto drama y misterio y logias del fin del mundo. El primer puntapié fue Lo Únicos y mañana será otro paso con Un año para recordar. Y la nueva serie del Trece es efectiva. Con todo lo que eso implica. Es efectiva porque toca esa fibra del humor Pol-Ka (incluso del más tonto), que funciona bien. Nicolás Cabré como Axel Etcheverry, el eterno cascarrabias irritable, te arranca una risa aunque te niegues y Favio Posca es el villano perfecto.Es cierto, ya lo vimos a todo eso: a Cabré, a Posca, a Carlos Belloso, a Nicolás Vázquez. En ese sentido también Los Únicos es una fórmula efectiva: similar a otras, pero rendidora. Se suma ahora Griselda Siciliani, comediante probada y actriz con la suficiente presencia para un protagónico diario. Y tenemos a Mariano Martínez, quizá el que más atrás se queda en el reparto, pero bueno, concedemos que es necesario al menos un galancito con carisma en horario central.

Por lo demás, Suar logra buenos efectos de acción, autos que explotan, helicópteros fantásticos y persecuciones que, para la TV argentina, son creíbles y denotan todo el trabajo que viene haciendo en el rubro desde las épocas de Poliladron. Para cerrar, la distancia con el costumbrismo es una bocanada de aire fresco, después de Valientes y tanta vida cotidiana. Estos no son superhéroes, pero tampoco pibes de barrio. No llega a ser un cómic, pero tampoco una historia más de talleres mecánicos y manteles de hule. Son los mismos de siempre, sí, pero en buena forma.

Chicos del montón
Emanuel Rodríguez Lo tenían todo para hacer una serie perfecta y por eso la sorprendente mediocridad de su planteo resulta tan parecida a un fracaso estrepitoso: ¿Quién iba a suponer que con ese elenco millonario y esa producción de aspiraciones primermundistas, Los Únicos iba a resultar una propuesta tan pobre? Una de las decepciones tiene que ver con la historia: da la impresión de que los guionistas quisieron importar el formato de series norteamericanas de culto como Misfits, pero sin abandonar esa obsesión por el drama psicológico que no deja de ser la marca un tanto pesada del prime time nacional. Se busca intensidad casi sin armar la anécdota, y en los primeros capítulos ya se nos pedía cierta comprensión y empatía por un amor sin historia, una maldad sin motivación y otros tanques sentimentales sin desarrollo del sentimiento. El resultado es que los actores se ven obligados a reforzar la situación con sus propias dotes, a convertir un café con medialunas en una circunstancia dramática de altísima intensidad. Para hacerlo, cada uno recurre a lo que mejor le salió en otras circunstancias. Una fórmula tras otra, un cliché tras otro: y si algo parece fuera del cliché, inmediatamente se transforma en uno, por acción de esa voluntad imperiosa de psico-intensidad que hace que cada personaje sea el resultado de una característica única y un manual de psicoanálisis para principiantes. El humor se demora en llegar y no alcanza a pagar el mal rato que proporcionan las caritas compungidas y los pasos en falsos de los malvados (Posca y Belloso), a salvo de la obsesión freudiana pero a merced de la caricatura.


Fuente: Vos.lavoz.com